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Hebrón: microcosmos de la ocupación y ejemplo de resistencia popular

Desde la lejanía Hebrón parece tranquila, hasta monótona. Algo que cambia completamente cuando el visitante se adentra en sus calles

Durante el pasado mes de agosto, los medios de comunicación se hacían eco de una noticia: Israel prevé expandir uno de sus asentamientos judíos en Hebrón, por primera vez en más de una década, en un terreno perteneciente a la base militar de Mitkanim. Fuentes israelíes aseguran que se trata de una propiedad privada en manos de judíos desde antes del establecimiento del Estado de Israel en 1948.

A pesar de que esta noticia se presente como algo novedoso, lo cierto es que estos planes forman parte de una estrategia a largo plazo de Israel para continuar con la “conquista” de Hebrón. Muchos activistas palestinos coinciden en que se han producido cambios políticos de manera superficial en las últimas décadas. Sin embargo, tal y como declara el investigador de la organización israelí B’Tselem Musa Hashash, “a pesar de que el grado de violencia ha descendido de manera obvia, el impacto de la ocupación ha sido mucho mayor en estos años, tanto en la vertiente social como en la psicológica, materializándose en más demoliciones de hogares, expansión de los asentamientos y acoso diario. Tras 16 años de lucha no violenta, la situación es bastante frustrante”.

Checkpoint a la entrada de la calle Shuhada, vetada completamente para la mayor parte de palestinos desde el año 2000. Foto: Marta Martínez Losa

Todo este cúmulo de circunstancias ha generado un entorno en el que la violencia está normalizada, con profundas consecuencias sociales que afectan a la vida de los hebronitas a todos los niveles. Por esta razón, el trabajo de las asociaciones locales en lucha contra la ocupación es particularmente difícil, forzándoles a adaptarse a la particularidad de una ciudad que se ha convertido en el “microcosmos” de las prácticas coloniales de Israel.

Debido a esta situación, en 2012 se creó el Comité de Defensa de Hebrón (HDC, por sus siglas en inglés) para llevar a cabo prácticas de resistencia no violenta contra las políticas de apartheid del Estado de Israel. Entre sus numerosas actividades, organizan manifestaciones y piquetes en las calles a la vez que apoyan el movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) y realizan informes diarios sobre la situación en Hebrón. En palabras de Hishan Sharabati, co-fundador del HDC, “nuestros principales objetivos son la Comunidad Internacional y la Autoridad Palestina, dada su normalización de facto de la ocupación y su aceptación de la violación sistemática del derecho internacional por parte de Israel”.

Sin embargo, el HDC no es la única asociación trabajando sobre el terreno. En paralelo, organizaciones como Juventud Contra los Asentamientos (YAS, por sus siglas en inglés) tratan de concienciar a la sociedad internacional mediante el envío de voluntarios a países extranjeros, desvelando la crítica situación en la que vive Hebrón. Tal y como señala Mutassem Hashlaman, “buscamos socios internacionales que apoyen nuestras campañas, y les llevamos a Hebrón para que se conviertan en testigos directos de los hechos”. Otro de sus objetivos es hacer sentir a la población de Hebrón que no está sola en sus dificultades diarias, tratando de aliviar así el peso de la resistencia. Para garantizar esto, “brindamos apoyo psicológico y social a las familias que viven bajo la ocupación y les animamos a confrontarla de manera no violenta”, dice Hashlaman.

 

Desde la lejanía Hebrón parece tranquila, hasta monótona. Algo que cambia completamente cuando el visitante se adentra en sus calles. Foto: Marta Martínez Losa

En línea con este compromiso, el Comité de Rehabilitación de Hebrón (HRC, por sus siglas en inglés) realiza trabajos de restauración de edificios en la ciudad vieja y provee servicios públicos. Su objetivo es garantizar cierta seguridad para tratar que las familias palestinas que una vez fueron expulsadas regresen al corazón de Hebrón, frenando a su vez la expansión de asentamientos israelíes. Para cumplir esta misión, en palabras de Waleed Abu Alhalawi, miembro de la organización, “el HRC considera de suma importancia la promoción de la vida comercial y empresarial de la ciudad, para volver a convertir Hebrón en una zona turística y mantenerla viva”.

En definitiva, tras años de trabajo sobre el terreno, estas organizaciones y otras muchas más han aprendido a aceptar otra faceta de la dura realidad: el fracaso de la Comunidad Internacional a la hora de mostrar un compromiso real con la defensa de los derechos humanos en Palestina, así como las dificultades para cooperar con el sistema judicial israelí. “Los derechos humanos son una broma en Hebrón”, dice Hashlaman. Esta es la razón por la que han cambiado su enfoque estratégico, que ahora se centra en una denuncia diaria de las constantes violaciones de los derechos humanos. También han convertido los medios de comunicación internacionales y las redes sociales en sus principales plataformas para difundir información y concienciar sobre la situación de la ocupación en Palestina. Como señala Fahmi Shahim, activista social y miembro del Comité Central del Partido Popular Palestino,“Animamos a los partidos políticos y al pueblo palestino a no aceptar los resultados de los acuerdos internacionales, y pedimos a la Comunidad Internacional que dé un paso hacia delante”.

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