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Trabajar en Palestina: un mercado laboral en crisis perpetua

Al igual que ocurre en esta última, principalmente simbólica, ronda de “conversaciones de paz” patrocinada por Francia, el debate sobre la vida cotidiana en Palestina se ve con frecuencia eclipsado por abstracciones políticas grandilocuentes. Sin embargo, mientras que los enviados diplomáticos ocupan su tiempo a la búsqueda de maneras absurdas de reetiquetar determinados aspectos del statu quo sin cambiar nada significativo, sí que es posible arrojar algo de luz sobre los verdaderos obstáculos estructurales que dificultan la mejora de las vidas de los palestinos de a pie.

Al tratar de examinar la situación actual del mercado laboral palestino, este artículo pretende demostrar cómo se combinan dos factores principales que ocasionan unos graves problemas sociales. Estos factores son (a) la restrictiva y beligerante ocupación israelí y (b) varias debilidades de la estructura de gobernanza económica palestina; que juntos produces un elevado desempleo, salarios reducidos y una baja representación de las mujeres en el mercado laboral.

 

Trabajando en la Palestina ocupada

El mercado laboral palestino es extremadamente débil. El desempleo es alto y los salarios se están reduciendo (en términos reales), en tanto que la Franja de Gaza está luchando por salir adelante tras una serie de devastadoras ofensivas militares por parte de Israel.

Aunque las condiciones en Cisjordania no son igual de malas a primera vista, las tendencias resultan preocupantes. Entre ellas hay que enumerar la extrema dependencia de la ayuda humanitaria internacional, un sector privado muy débil y unas tasas de participación femenina extraordinariamente reducidas. La economía de Cisjordania, en particular, es mucho más débil a nivel estructural de lo que podría parecer prima facie.

Como ya he señalado, Cisjordania depende en gran medida de la ayuda humanitaria que –en su punto álgido- llegó a suponer el 42% del PIB en 2010. Además, se puede apreciar una debilidad estructural de la economía palestina en el hecho de que el sector público se ha convertido en la práctica en un garante de seguridad social –al ofrecer un empleo relativamente estable y un buen salario- en comparación con el moribundo sector privado.

 

Indicadores clave

Según datos de la Oficina Central Palestina de Estadística los niveles de participación laboral para ambos géneros permanecieron relativamente constantes en el periodo entre 2000 y 2012. Sin embargo, la participación laboral masculina ha permanecido estable entre el 60 y el 75%, mientras que para las mujeres se ha quedado entre el 10 y el 20%.

La tasa de desempleo en Palestina ha crecido de forma significativa desde que alcanzara un mínimo histórico de entorno al 11% en 1998. Por aquel entonces, la tasa de desempleo palestina tan sólo era ligeramente más elevada que la de Israel (9%), y comparable con la de Irán y Yemen, pero mucho más reducida que la de Irak (19%), Libia (19%) o Argelia (23%). Para 2012, sin embargo, y según datos del Banco Mundial, Palestina sufría el paro más alto de todo Oriente Medio.

El sector servicios constituye de media el mayor empleador de la economía palestina en el periodo de 1995 a 2011, dando trabajo al 33% de la población activa ocupada. Los siguientes sectores por tamaño eran el comercio (19%), la construcción (14,7%) y la minería (13,7%). Sin embargo, mientras que el empleo masculino ha permanecido relativamente equilibrado en su distribución por los diversos sectores, el empleo femenino cuenta con un fuerte sesgo hacia los sectores servicios y agrícola. También son muchas más las mujeres que realizan un, trabajo agrícola informal, prácticamente sin derechos y sin reconocimiento legal.

Además, el sueldo diario percibido de media en Palestina se redujo en términos reales durante el periodo de 2000 a 2012, de 103 NIS (shekels) al día en el 2000 a 90,5 NIS en 2014 (los valores del salario en términos reales se calculan dividiendo el salario nominal anual entre el índice de precios al consumo).

Existe una brecha salarial significativa entre géneros en Palestina, aunque en algunos sectores es mucho más amplia que en otros. De media, teniendo en cuenta todos los sectores, el salario diario mediano de las mujeres supone el 84% del de los hombres. De hecho, para las mujeres que trabajan en el sector de los productos manufacturados, la paga diaria mediana supone el 57% de la de los hombres palestinos.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) explica que:

La brecha salarial se debe menos a que las mujeres reciban un salario inferior por el mismo trabajo que al hecho de que reciban un salario inferior por desempeñar un trabajo de igual valor… Ocupaciones habitualmente femeninas, como las de secretaria, asistente administrativa, enfermera y maestra, generalmente reciben una remuneración inferior, aunque el salario es el mismo para hombres y mujeres en esta ocupación. Este fenómeno también predomina en el sector público.

La relevancia de las diferencias de género en el mercado laboral palestino es producto de múltiples factores que se entrelazan, algunos de los cuales están vinculados a las normas sociales establecidas y la escasa preparación a nivel educativo para las demandas del mercado laboral. Además, como señala Samia Botmeh, también está el impacto de las restricciones políticas y militares impuestas por la ocupación israelí y la subsiguiente supresión de la actividad económica palestina como resultado de las prácticas comerciales israelíes, el cual restringe el acceso de las mujeres a las oportunidades laborales en general.

Las raíces del problema

Según la OIT, las circunstancias actuales en Palestina pueden ser “caracterizadas por una creciente inestabilidad política, una continua división entre Cisjordania y Gaza, un crecimiento económico estancado, una crisis fiscal persistente, desempleo elevado, aumento de la pobreza y dependencia alimentaria”. Claramente, estas circunstancias no son únicamente producto de la ocupación ni de las políticas de la Autoridad Palestina. Sin embargo, conviene destacar que el ambiente creado por la ocupación israelí está debilitando seriamente las perspectivas generales de la economía palestina, y, tanto directa como indirectamente, ocasiona considerables impedimentos al desarrollo del mercado laboral palestino.

De hecho, de acuerdo con Sara Roy, las consecuencias de la ocupación israelí sobre la economía palestina han sido tan extremas que, en lugar de emplear el término “subdesarrollo”, sostiene que, bajo la influencia de Israel, Palestina ha sido “des-desarrollada”.

La diferencia crucial, según Roy, es que el desarrollo económico palestino ha experimentado una regresión, en lugar de haberse sencillamente estancado. Los detalles específicos de las consecuencias de la relación de Israel con los palestinos han sido tratados en profundidad en otras ocasiones, así que me limitaré a resumir los puntos clave vinculados directamente a la cuestión del acceso al mercado laboral.

  • Denegación del acceso a los mercados internacionales (incluido el bloqueo a Gaza). El impacto de la denegación del acceso a los mercados internacionales es complejo y cuenta con múltiples facetas. Particularmente, en relación al mercado laboral, un informe reciente de la OIT señala que “en caso de que no se eliminen las múltiples restricciones a la actividad económica surgidas de la ocupación, no es posible prever ninguna mejora sustancial de la situación de los trabajadores y empresarios palestinos”.
  • Restricción de movimientos dentro de Cisjordania y entre Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. Éste factor resulta particularmente problemático porque los retrasos y la incertidumbre en cuanto a los accesos desalientan el crecimiento económico general. Las preocupaciones más específicas se centran en el maltrato de los trabajadores que se enfrentan a frecuentes y arbitrarios controles de seguridad. Según un informe de ARIJ (de 2012), “Un esfuerzo conjunto del GoI [Gobierno de Israel] para reducir la dependencia de la mano de obra palestina ha resultado en un aumento significativo del desempleo en Palestina, alterando de forma dramática la estructura de las economías familiares”.
  • Denegación del acceso al Área C: un informe reciente del Banco Mundial sugiere que el potencial económico del Área C (aproximadamente el 61% de Cisjordania, bajo el control directo de las fuerzas de ocupación israelíes) podría ser la clave para reequilibrar la economía palestina. “Según cálculos relativamente conservadores, las ganancias directas, en términos de valor añadido potencial en estos sectores, ascendería por lo menos a 2.200 millones de dólares americanos, el equivalente al 23% del PIB palestino de 2011” (Banco Mundial, 2013). Esto, evidentemente, se traduciría en una bendición para el mercado laboral. Por ejemplo, tan sólo en el sector turístico, se podrían crear 2.900 puestos de trabajo.
  • El dominio de la economía israelí. El alto nivel de integración de las economías israelí y palestina ha creado una situación de dependencia abrumadora de la segunda con respecto a la primera. Muchas industrias palestinas son sencillamente incapaces de competir con sus rivales israelíes, y la Autoridad Palestina carece de poder para emprender pasos legales que protejan a su industria. Este impacto se ve reforzado por el hecho de que con frecuencia Israel interpreta los acuerdos firmados con la OLP –el más importantes de los cuales es el Protocolo de París de 1995- de la manera más favorable a sus propios intereses. Israel es además el único participante con la capacidad de imponer su voluntad ante el otro.
  • La anexión de facto de Jerusalén Este. El aislamiento de Jerusalén del resto de la economía palestina ha sido particularmente dañino para la capital palestina de iure. Hasta el punto de que el Grupo de Crisis Internacional se ha preguntado si se trata de una “ciudad fallida”.

Resumiendo, el mercado laboral palestino sufre de una serie de fallas estructurales, más complejas y, en muchos sentidos, más persistentes, de lo que pudiera parecer de primeras. La sub-representación de las mujeres, por ejemplo, no es un mero producto de normas sociales patriarcales (aunque éstas constituyen uno de los factores), tampoco la naturaleza moribunda del sector privado constituye un factor de ineficiencia o de una gobernanza defectuosa. Más bien, el estatus del mercado laboral palestino contemporáneo es producto de unas restricciones económicas más amplias que, en su mayor parte, resultan de las condiciones particulares impuestas por las políticas de ocupación israelíes.

 

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