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Te presentamos al diputado británico conservador a sueldo de Arabia Saudí

Imaginaos a un diputado conservador que estuviera a sueldo de la familia real de Arabia Saudí. Con sueldo, me refiero a que estuviera recibiendo un salario mensual en su cuenta corriente del banco.

Imaginaos a un diputado conservador que estuviera a sueldo de la familia real de Arabia Saudí. Con sueldo, me refiero a que estuviera recibiendo un salario mensual en su cuenta corriente del banco. Imaginaos que ese diputado estuviera pidiendo a los hombres de las fuerzas aéreas británicas que arriesgasen sus vidas para defender a las tropas terrestres saudíes. Imaginaos que ese diputado estuviera repitiendo propaganda saudí sobre la ejecución de disidentes pacíficos desde el estrado de la Cámara de los Comunes.

Imaginaos... bueno, de hecho no hace falta que os imaginéis este escenario, porque hay un diputado conservador que de verdad está trabajando como asesor a sueldo de un think tank que tiene estrechos lazos con los servicios saudíes de inteligencia. Tiene todo un historial como asesor de gobiernos extranjeros y tránsfuga entre partidos políticos. Deberíamos ser precavidos en lo que respecta a sus intenciones.

Nacido en Paquistán, Rehman Chishti fue vicepresidente de las Juventudes Laboristas de Gales y concejal laborista en Medway, Kent, antes de pasarse al Partido Conservador en 2006. Este chaquetero es ahora diputado conservador por Gillingham y vicepresidente del grupo parlamentario para Arabia Saudí, un grupo de presión que opera en Westminster al servicio del gobierno saudí. Lo preside un compañero de Chishti, el diputado 'tory' Daniel Kawzynski, que se ha hecho con el mote de “el honorable miembro por Arabia Saudí” desde que el pasado octubre criticó al secretario de justicia Michael Gove por cancelar un contrato para formar al servicio saudí de prisiones. El mote de Kawzynski ya no es, sin embargo, exclusivo, ya que ahora tiene a su lado a Chishti.

Las actas del Parlamento revelan que el diputado por Gillingham está recibiendo 2.000 libras al mes por asesorar al Centro de Investigación y Estudios Islámicos Rey Faisal, con sede en Riad, en materia de “relaciones internacionales de Europa y Oriente Medio”. Según la web del grupo, las áreas de investigación incluyen Arabia Saudí, Irán y el Magreb, pero, y aquí viene lo gracioso, no cubren Europa. Entonces, ¿en qué está “asesorando” exactamente Chishti al gobierno saudí?

El presidente del Centro Rey Faisal es el príncipe Turki bin Al-Faisal, que sirvió como jefe de los servicios de inteligencia saudíes desde 1977 a 2001. Después fue nombrado embajador en Gran Bretaña y en EE.UU. Durante su época al frente de los servicios de inteligencia, entre sus competencias estaba la supervisión de la financiación de la insurgencia anti-soviética en Afganistán -es sabido que sus agentes se reunieron con Osama Bin Laden y con los talibanes-; también suministró fondos a una serie de grupos yihadistas durante la guerra.

Kawczynski y Chishti vistaron el reino de Arabia Saudí en diciembre de 2011, en un viaje de 3.000 libras por persona con todos los gastos pagados por el gobierno de Riad. Junto con otros diputados, se reunieron con el consejo de la Shura, con el príncipe Turki y con otros miembros de la realeza saudí, incluido el ministro de defensa, así como con un selecto grupo de organizaciones de derechos humanos patrocinados por el gobierno. Kawczynski encabezó una segunda delegación en febrero de 2014, y a su regreso amenazó al programa BBC Newsnight con acciones legales tras haber participado en él y defendido en directo los supuestos crímenes de guerra de las fuerzas bajo mando saudí en Yemen. También alardeó de haber escrito “el libro más pro-saudí jamás escrito por un político británico”.

Chishti partió para Riad con su propia delegación en febrero. Los cuatro diputados que le acompañaron, sin duda entusiasmados de que se derrochasen en ellos gastos de 2.888 libras, fueron los conservadores Royston Smith, David Mackintosh, Mark Pawsey y Martin Vickers. A su regreso, Vickers alabó la supuesta “diversificación” económica de la monarquía, aunque los verdaderos analistas consideran que esto es más bien una cuestión de titulares que una realidad sustancial. Por supuesto, los comentarios de Vickers, muy convenientemente, tranquilizaron a los miembros de la Cámara de los Comunes, asegurándoles que uno de sus aliados internacionales clave no está a punto de quebrar, aunque éste probablemente está lejos de ser el caso.

El propio Chishti invitó al antiguo jefe de la inteligencia, el príncipe Turki, a participar en un debate parlamentario el año pasado para discutir sobre el “Estado Islámico”, y poco después lanzó una campaña para que el grupo fuera llamado “Daesh”, en su lugar. “Fue para mí un placer encontrarme con el príncipe Turki, a quien admiro y respeto,” declaró entonces el diputado por Gillingham. “Su gran conocimiento y su sabiduría sobre cómo gestionar muchos de los desafíos clave a los que nos enfrentamos en el mundo hoy día deberían ser tenidos en cuenta a la hora de definir la política internacional”.

Aunque el Centro Rey Faisal en la actualidad está financiado por fundaciones establecidas por los hijos del antiguo monarca, también lleva a cabo investigaciones para el Ministerio saudí de Asuntos Exteriores, el Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio (conocido como “policía religiosa” en los medios occidentales) y el Ministerio del Interior. Se considera que la organización es cercana al tribunal real, lo cual no resulta sorprendente si tenemos en cuenta que Turki era jefe de los espías.

Abogado de formación, el enérgico diputado nació en Muzaffarabad, la capital de la Cachemira paquistaní. Comenzó su carrera como asesor político de Benazir Bhutto, la entonces primera ministra paquistaní, asesinada en 2007. Su familia huyó a Reino Unido poco después.

El 29 de febrero, Chishti preguntó a Michael Fallon, el secretario de estado de defensa, si Gran Bretaña proporcionaría cobertura aérea en el caso de que Arabia Saudí decidiese enviar tropas terrestres a Siria. Esto siguió a su sugerencia, el 15 de enero, de que el jeque Ali Al-Nimr, ejecutado por los saudíes por protestar pacíficamente contra las políticas del reino, era un terrorista. Con esto repetía propaganda saudí contra este ciudadano saudí chií. Después de vincularle explícitamente con Hezbolá en el Líbano, Chishti hizo referencia a un artículo del criminal convicto Joseph Braude, convertido en marioneta saudí, que como prueba cita únicamente “fuentes saudíes”. Tal y como señaló un esclarecedor reportaje en el Intercept, Braude también mantiene estrechos lazos con varios miembros de la familia real saudí. Aún más atrás, en enero de 2012, Chishti había pedido al antiguo secretario de exteriores William Hague “reforzar nuestra relación estratégica” con Arabia Saudí.

Su interesada campaña para renombrar Daesh finalmente convenció a David Cameron, que en diciembre de 2015 convirtió en política gubernamental el referirse al grupo con este apelativo. En el programa BBC Daily Politics, Shashank Joshi del Real Instituto de Servicios Unidos se burló de esta decisión, señalando que Daesh “significa la misma cosa”. Quentin Letts, escritor de sketches políticos para el Daily Mail, afirmó que el diputado solamente trataba de “hacerse un nombre para sí mismo”.

El debate sobre cómo el público y los medios deberían referirse al grupo -Daesh, Estado Islámico, ISIS o ISIL- llevaba a Joshi a la “desesperación”, añadió, teniendo en cuenta “la cantidad total de tiempo que dedicamos a esta cuestión absurda. Son cinco minutos que podríamos haber dedicado a discutir el envío de tropas terrestres o cuestiones estratégicas”. El presentador del programa, Andrew Neil, remarcó: “¿Es algo que le vaya a importar lo más mínimo a un chaval de Bradford que esté pensando en unirse al Estado Islámico?”.

En documentos por escrito enviados al Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento Británico con respecto a la relación del Reino Unido con Arabia Saudí y Bahrein, Chishti afirmó que la situación de los derechos humanos estaba “cambiando” y citó el establecimiento en 2004 de una Sociedad Nacional por los Derechos Humanos en 2004. No mencionó que estaba financiada por el gobierno y que, dos años antes, a una organización de derechos humanos más independiente le había sido denegado por Riad el permiso para operar. Aunque se le permite existir de forma inoficial, la web de esta organización independiente está bloqueada en Arabia Saudí, lo que difícilmente constituye un ejemplo luminoso de un gobierno que protege con dedicación los derechos humanos.

Chishti ha declarado su relación financiera con la familia real saudí a través de los cauces adecuados, pero ¿no se está saltando otras reglas? El código de conducta para los miembros del parlamento señala: “Aceptar pagos a cambio de defender una cuestión en particular en la Cámara está estrictamente prohibido. Los miembros no pueden hablar en la Cámara, votar o iniciar procedimientos parlamentarios a cambio de pagos en efectivo o en especie”. El diputado conservador a sueldo de los saudíes debería actuar con cautela.

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