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Clinton o Trump, será un día triste para el futuro de la Palestina ocupada

Clinton o Trump no son sino dos caras de la misma moneda pro-israelí.

Ibrahim Hewitt

La candidata presidencial estadounidense Hillary Clinton ha dejado más claras que nunca sus credenciales extremadamente pro-israelíes, en tanto que busca donativos de campaña y votos de los grupos de presión en América. Según un artículo del periódico israelí Haaretz, ha dicho que América e Israel “deben estar más unidos que nunca y ser más fuertes que nunca… para vencer a nuestros adversarios comunes y avanzar en nuestros valores compartidos”.

Tras esto, continuó con una crítica a los palestinos por los “brutales apuñalamientos y disparos” a los que les “incita”, afirmó, la autoridad de Ramala. Además, condenó a los palestinos por “celebrar a los terroristas como mártires” y “presentar respetos a sus familias”.

Con estas palabras, estaba repitiendo como un loro las declaraciones del primer ministro israelí Benyamín Netanyahu, a la par que ignorando el incómodo hecho –para cualquiera que se preocupe por la realidad en este mundo- de que Israel en efecto glorifica a terroristas, “nombrando no solamente calles en su honor, sino además confiriéndoles los más altos cargos,” tal y como ha demostrado el periodista Mehdi Hassan.

Destacar los “brutales apuñalamientos y disparos”, evitando, a la par, condenar la brutal ocupación militar israelí y el asesinato extrajudicial de adolescentes palestinos a manos de las fuerzas de seguridad, que, aparentemente, son incapaces de desarmarles y detenerles, es algo que demuestra que si Clinton alguna vez tuvo en la mente y en el corazón preocupación por la humanidad, ahora la ha perdido. Está bajo el control financiero y electoral del lobby pro-israelí; y el sionismo es una ideología perniciosa.

Deberíamos estar habituados a este tipo de duplicidad por parte de los políticos estadounidenses cuando se trata de Israel, especialmente durante las elecciones, pero esta vez Clinton ha batido su propio y mezquino récord, cosa que tiene mérito. En el momento álgido de los ataques de Israel contra civiles en la Franja de Gaza en 2014, un titular del Huffington Post señalaba que “se enredaba hasta hacerse nudos para evitar echar la culpa a Israel” por el bombardeo de una escuela de la ONU. Las pruebas demostraban claramente la autoría israelí.

El más reciente gesto de apoyo de Clinton a este estado bandido se produce con la publicación de otro informe más que, según se afirma, proporciona pruebas sólidas de que altos cargos israelíes fueron responsables de “crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad” durante esta misma ofensiva militar, defendida con tanto brío por la candidata demócrata a la Presidencia. Publicado por el Centro de Recursos BADIL por la Residencia y los Derechos de los Refugiados Palestinos, “No hay lugar seguro” ha sido enviado formalmente por la organización “a la Corte Penal Internacional, y entregado a la Oficina de la Fiscalía en Febrero de 2016”. En sus propias palabras, “No hay lugar seguro” constituye una “prueba condenatoria” para el Estado de Israel.

Bajo el nombre en clave “Operación Margen Protector”, la ofensiva en cuestión duró 51 días. El informe de BADIL recuerda que en ese tiempo los israelíes mataron “a más de 2.250 palestinos”, destruyeron o dañaron “casi 170.000 hogares palestinos” y dejaron a “108.000 palestinos sin techo”. A lo largo de la sitiada Franja de Gaza, “17 de un total de 32 hospitales sufrieron daños, a consecuencia de los cuales 6 tuvieron que cerrar”. No sólo eso, sino que “de 97 centros de salud de atención primaria a los que organismos de la ONU hacían seguimiento en cuanto a daños materiales o cierres, cuatro fueron completamente destruidos, mientras que 45 sufrieron daños. La infraestructura agrícola palestina sufrió daños por valor de 550 millones de dólares”.

Éstas son las heridas que el moderno y bien equipado ejército israelí ha infligido a una población mayoritariamente civil en 2008-9, en 2012 y en 2014. En efecto, las incursiones militares israelíes ocurren en Gaza prácticamente a diario, incluyendo los ataques contra pescadores palestinos a manos de la marina israelí, la mayoría de los cuales pasan casi desapercibidos para los medios de comunicación y los políticos occidentales. Nadie puede asegurar que Hillary Clinton no sabe nada de estas cosas, sin embargo, lo que vuelve aún más repugnante el apoyo a Israel de alguien que pretende alcanzar lo que para muchos es el más alto cargo político del mundo occidental.

El excepcionalismo estadounidense constituye uno de los elementos críticos de la “Guerra contra el Terrorismo” y de la expansión militar por el globo; disponen de “800 bases militares en más de 70 países”. Hillary Clinton y la gente como ella creen que Israel debe gozar de la misma clase de inmunidad contra las acusaciones por sus constantes infracciones a las leyes y convenciones internacionales. Israel, según afirma la candidata, tiene el derecho a actuar “en defensa propia”, pero no explica por qué este derecho no se extiende a los palestinos que sufren la brutal ocupación y colonización de sus tierras por los israelíes. De hecho, como puso de relieve la Operación “Margen Protector”, no existe el “derecho a actuar en defensa propia” frente a una resistencia legítima por parte de una población que vive bajo ocupación militar. En caso de que te haya convencido la propaganda sionista, merece la pena que te recuerdes a ti mismo que son los palestinos cuya existencia se ve amenazada a manos de los israelíes (véase el mapa de la desaparición de Palestina, por ejemplo), y no al revés.,

Pero es tal la influencia de Clinton y sus seguidores que la capacidad de Israel de actuar con impunidad está prácticamente garantizada, y es por ello que el informe de BADIL a la CPI probablemente no resulte en una acusación, sino que en lugar de eso se quedará cogiendo polvo en un cajón como tantos otros. Esto supone una mancha infame para la humanidad en general, y para la ONU y todos sus organismos de derechos humanos en particular, en un momento en el que la paz es más esencial que nunca.

Es probable que Hillary Clinton se convierta en la candidata demócrata, y tiene buenas oportunidades de acabar ocupando la Casa Blanca; si no lo hace ella, probablemente lo hará el republicano Donald Trump. Clinton o Trump, será otro día triste para el futuro de la Palestina ocupada; no son sino dos caras de la misma moneda pro-israelí.

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